El viaje fue un éxito, todos los días con un sol deslumbrante, temperaturas bajas que permitían que la nieve no se transformara, trazas abiertas en cualquier lugar al que dirigieras tu mirada y mucha motivación, hacían que cada mañana nos levantáramos con ganas de devorar metros hasta perder el sentido.
Todos los días, la buena meteorología, y la cantidad y calidad de la nieve que llegaba hasta la puerta de casa, permitía que el doblar sesiones fuera más cómodo de lo normal.
Todo esto posibilitó no repetir ningún recorrido en todos los días que estuvimos, haciéndonos disfrutar al máximo del esquí de montaña y regresando a España con ganas de conocer a la famosa supercompensación.
Ya veremos si todo el esfuerzo ha valido la pena cuando lleguen las competiciones, lo que es seguro, es que la amistad se vio reforzada en una semana de intensa convivencia, y la pasión por este deporte creció aún más, si cabe, en uno de los mejores lugares para disfrutar de él.